Por el P. Luis Casasús, Superior General de los Misioneros Identes
Madrid, Comentario al Evangelio del 5 Agosto, 2018.
XVIII Domingo del Tiempo Ordinario (Éxodo 16:2-4.12-15; Efesios 4:17.20-24; Juan 6:24-35.)
Los seres humanos no somos esencialmente buenos ni esencialmente malos. En términos simples, una parte de nosotros está hecha a imagen de Dios y busca lo bueno y lo santo, y otra parte está inclinada hacia el egoísmo y el orgullo. Nuestro problema, como dice San Pablo hoy, es nuestro corazón dividido. Es por eso que está usando la inspirada expresión Deseos Engañosos. ¿Cómo puede un deseo ser una mentira, una distorsión de la verdad? Sí, algunos deseos son engañosos, un deseo que nos miente al prometer satisfacción, pero…sin darla. Esta es una forma muy poderosa de mentir, porque manipula nuestra mente, haciéndonos pensar que lo que es realmente dañino es lo mejor para nosotros. El punto crítico es que continuamente estamos produciendo todo tipo de deseos… y algunos de ellos realmente nos hacen ciegos a la luz; no podemos ver la verdad, no podemos ver el bien, ni podemos ver la belleza.
Todos nos reímos mucho con los personajes de películas de dibujos animados, donde los “deseos engañosos” del villano (un coyote, un pirata o un lobo malo) tienen un final doloroso y humorístico, pero la vida real es diferente y exige constantemente renovarse en lo más íntimo de su espíritu y revestirse del hombre nuevo (Segunda Lectura). San Pedro también insiste: No te conformes con las pasiones de tu antigua ignorancia (1 Pe 1:14). Negarse a cambiar es una verdadera corrupción, que conlleva la idea de pudrirse, derrocharse, oxidarse… Esas vidas están arruinadas y son inútiles, sin ningún valor para ellas mismas ni para los demás. Por el contrario, quienes son dóciles a la acción del Espíritu Santo son capacitados para servir a otros como siervos útiles a Cristo. Los pensamientos se convierten en deseos y los deseos se convierten en pensamientos. Recordemos las palabras de Platón, el famoso filósofo griego: El comportamiento humano fluye de tres fuentes principales: el deseo, la emoción y el conocimiento. Esto explica por qué nuestro Fundador describe la quietud ascética como una criba o tamiz, que debemos usar continuamente para descartar los deseos inútiles, negativos o engañosos. Y esto nos permite comprender que nuestros deseos engañosos producen una anestesia emocional y mental.
A veces, experimentamos deseos múltiples, simultáneos y variados; por ejemplo, los adolescentes quieren destacar y ser notados por su individualidad sin dejar de tener un sentido de pertenencia. La mayoría de ustedes conocen El extraño caso del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde, la famosa novela de Robert Louis Stevenson. El protagonista es el Dr. Jekyll, un hombre de ciencia distinguido, brillante y benevolente. En el fondo, sin embargo, tenía otra personalidad, bastante diferente de la personalidad exterior del Dr. Jekyll. Era malvado, cruel, sensual, dedicado a todo lo perverso. El Dr. Jekyll ideó una pócima que podía poner en acción esa personalidad interna. Llamó a su segunda personalidad Sr. Hyde. Un día, sin embargo, descubrió que se había transformado en el Sr. Hyde sin usar la pócima. El mal se había vuelto dominante y había comenzado a controlar su vida. Sea pecado o no, una cosa es segura: un corazón dividido es un corazón infeliz. Jesús dijo que una casa dividida contra sí misma no puede mantenerse. Ese corazón es débil, infeliz y de tono decaído. San Agustín resumió este sentimiento en su famosa frase: Mi alma está inquieta hasta que descanse en El.
Nuestro corazón está dividido cuando experimentamos algunos de estos deseos engañosos, generalmente asociados a nuestros instintos o hábitos, y que ocurren cuando nos sentimos vacíos o fracasados: – Me sentiré mejor si veo pornografía (“solo unos minutos”) o si me las personas me reconocen en lo que valgo. – Sólo me sentiré satisfecho si voy de compras o si viajo a algún lugar, o si descanso con mi familia (y esto también será bueno para ellos). Mis hermanos saben cuidarse. – Realmente necesito parecer más joven (o infalible). Tengo que decir siempre la última palabra porque estudié ingeniería y filosofía y tengo mucha experiencia apostólica. – Debería estar a la cabeza de una misión apostólica grandiosa y más visible. Quizás, para el último caso, sería importante recordar las palabras de San Francisco Javier: Algunas personas, ciertamente para no renunciar a su voluntad haciendo lo que la obediencia les prescribe, desean hacer otras cosas más importantes, sin recordar que, si no tienen virtud para las cosas pequeñas, menos tendrán para las grandes.
Para las personas religiosas, este engaño ocurre con mucha facilidad y es mucho más serio. ¿Por qué? Porque uno de los deseos que entran en juego en su vida es nada menos que cumplir la voluntad de Dios y esta intención generosa y heroica estará en conflicto permanente con todo tipo de deseos engañosos, uno de ellos muy similar al anhelo natural y lógico de los israelitas en la Primera Lectura: Tener suficientes medios, tiempo, energía y ayuda. ¿Cómo podemos caminar si tenemos hambre? ¿Cómo puedo ser apóstol si no tengo colaboradores o demasiados deberes? Es mejor esperar hasta que se completen los trabajos en la parroquia o escriba mi tesis o venga un nuevo hermano. Por mi parte, no veo la urgencia…
Esto lleva a la postergación de tareas, al desaliento o la fácil aceptación de uno mismo. Permítanme ilustrarlo con un cuento… del infierno. Lucifer llamó a tres jóvenes demonios que estaban en prácticas y que iban a ser enviados en misión en la tierra. Su maestro les pidió que prepararan su plan y se lo presentaran. El primero dijo: Mi plan será sencillo, pero eficiente. Les diré que Dios no existe. El maestro respondió: No puedes engañar a la gente de esa manera, porque todos creen que Dios existe. Luego llegó el turno del segundo. También creía que su plan era eficaz y sencillo. Pero, en lugar de hablar de Dios, diría a la gente que “el infierno no existe”. El maestro respondió que era una estrategia débil porque todos en la tierra saben bien que si pecan irán al infierno. Al final llegó el tercero. Era muy decidido y deseaba seriamente tener éxito en su tarea. Y dijo: Les diré que no necesitan darse prisa para llevar a cabo su conversión. El maestro apreció mucho su estrategia y dijo: De esa manera seguirán viviendo en la ilusión de que todavía tienen tiempo.
Ahora me gustaría invitarles a reflexionar conmigo sobre nuestros deseos engañosos, siempre teniendo en cuenta que el Espíritu Santo tiene que mostrarnos lo que hay en nosotros porque no nos conocemos a nosotros mismos como Él lo hace. Y luego, tenemos que compartirlo en nuestra comunidad espiritual, con nuestro director espiritual o rector. Es triste cómo no vemos lo que es claramente deficiente dentro de nosotros mismos. Todos nosotros tenemos puntos ciegos en ciertas áreas de nuestras vidas, algunas realidades en nosotros que preferiríamos no ver ni admitir. Como dijo el salmista, nuestro corazón es engañoso y está desesperadamente enfermo ¿quién puede entenderlo?
El ayuno espiritual es un excelente consejo de Jesús, útil tanto para nuestros pensamientos como para nuestros deseos. Pero tal vez sea más evidente en el caso de nuestros deseos. Hay una historia de la India que refleja esto claramente: Algunas madres son muy espirituales. Desean que sus hijos sean piadosos. El joven Gopi Chand había emprendido un camino espiritual por consejo de su madre. Entonces se acercó a su madre y ella le dijo: Mira, te daré un consejo para vivir. ¿Qué debes comer? Come los mejores platos; platos, los más deliciosos. Entonces Gopi Chand preguntó a su madre: Querida madre, ¿cómo podemos hacer eso, si vivimos de la limosna? Alguien nos da pan seco; a veces ni siquiera conseguimos algo de comer. ¿Cómo puedes decir que siempre debemos comer platos deliciosos? Entonces su madre le dijo: Mira, no comas a menos que sientas mucha hambre. Tienes que estar muy hambriento. Cuando tienes mucha hambre, incluso los gramos [en India, una especie de garbanzos] que comas tendrán un sabor delicioso. Este es el consejo que la madre de Gopi Chand dio a su hijo. Esta profunda hambre y sed es lo que sintieron la mujer samaritana, los israelitas en el desierto y los contemporáneos de Jesús: ¿Qué podemos hacer para llevar a cabo las obras de Dios? La mayoría de las personas no hará exactamente esta pregunta, pero, intuitivamente, tarde o temprano, comprenderemos la recomendación de Cristo de hoy: No trabajen por alimentos que no duran, sino trabajen por el alimento que perdura en la vida eterna. Jesús nos da hoy una respuesta clara a nuestra búsqueda permanente de paz y sentido: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí nunca tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. No está diciendo que yendo a Él no pecaremos, Él va a la raíz: No tendremos esos deseos que luchan a nuestra alma, de modo que podremos seguir uno de Sus consejos más increíbles, dado a los hijos de Zebedeo: El que quiera ser grande entre ustedes sea servidor de todos; quien quiera ser el primero entre ustedes sea su esclavo. Cuando era un joven postdoctorado, conocí a una persona maravillosa, un catedrático alemán de la Universidad Técnica de Munich, quien me dijo: He estado trabajando todos estos años, básicamente para mí. Es cierto que tuve muchos estudiantes e hice algunas contribuciones, pero a partir del próximo año, como profesor emérito, solo espero dedicar mi experiencia
para ayudar con visión artificial a las personas ciegas. Y así lo hizo. Profesor Müller … ¡qué científico y qué persona! Nuestro Fundador nos enseñó que una de las cosas más hermosas que recibimos del Espíritu Santo es la Aspiración. Esta Aspiración consiste en muchos momentos de armonía espiritual, donde experimento que mis deseos coinciden con los deseos de las personas divinas. Entonces es imposible encontrar un sentido diferente para nuestra vida y uno tiene la impresión de que este camino espiritual, incluso en medio de serias dificultades, es sólo de un solo sentido. Esto es claramente un don, y podemos decir con seguridad que es lo opuesto a nuestros deseos engañosos. Y Cristo nos enseña que no necesitamos tres fuentes, ni muchos mandamientos, ni una pócima mágica; sólo precisamos compartir todo con Él y con los miembros de nuestra comunidad espiritual (a menos que yo decida caminar solo, lo cual va frontalmente en contra del Evangelio). La clave para tener un corazón no dividido es reconocer el señorío de Cristo. Es un temor sagrado, es reconocer quién es Él y permitirle ser el pastor de nuestras vidas: Ya no soy yo quien vive, sino que Cristo vive en mí. Como conclusión personal, en términos prácticos, creo que, – si cultivamos nuestro amor por la Eucaristía, – si no dependemos de algún éxito medible de nuestro apostolado, y – si estamos agradecidos (de manera explícita) a Dios y a nuestro prójimo, nuestro corazón estará abierto para recibir el don de la Aspiración y estará protegido contra todo impulso o deseo engañoso. Consejos para aprovechar al máximo la Santa Misa 1. El Señor esté con ustedes. Estas palabras se utilizan en Misa en ciertos momentos importantes, justo antes de comenzar alguna oración, una lectura u otra acción. Es un saludo que nos ayuda a enfocarnos en lo que vamos a iniciar. Nos ayuda a pensar en la presencia de Cristo. Si no estamos totalmente preparados, no podemos escuchar la Palabra de Dios. Este saludo expresa el deseo de que Dios se haga cada vez más presente, tanto en la asamblea como en cada persona en particular, para que los frutos de la celebración lleguen efectivamente a nosotros, para avanzar en nuestra conversión y profundizar nuestra relación con Él. Al saludar con estas palabras, el sacerdote expresa su deseo de que el acto incansable del Espíritu llegue al pueblo de Dios, permitiéndole hacer el trabajo de transformar el mundo que Dios les ha confiado. El comienzo de cualquier proceso de conversión es siempre la iniciativa de Dios, no del hombre.