Three representatives of Idente Youth Chile attended the meeting that Pope Francis held with the youth in the Temple of Maipú, a very important place for the country, since it was there that the first temple to the Virgin of Carmen was erected, after the parents of the country entrusted her the triumph of the last battle, to achieve the independence of Chile.
To the sound of the cry “this is the youth of the Pope!” and after the welcome given by a couple of young people, Pope Francis began his words highlighting the place where we were, to say that “Without love to your homeland, you can not love God … you have to love the mother country. ”
Throughout the meeting he encouraged us to maintain the “connection” with Jesus, with a language very close to young Chileans, some of the ideas were:
-“The heart of young Chileans dreams, and dreams big, except those who did not get off the couch. Drop them fast!, and put the shoes on them ”
-“The Church has to have a young face, and that you have to give it to us … It’s up to us to help you to be coherent with what you say”
-“Faith grows but after a while on the road there are moments when without realizing it, it begins to go down, and we begin to lose our connection with Jesus, without a battery. When we are left without this “connection”, many feel that they have nothing to contribute and remain as lost ”
-“Never think that you have nothing to contribute or that anyone needs you:” A lot of people need you and you must think about it “… That thought, as Hurtado liked to say,” is the advice of the devil ”
-“And Hurtado’s password to reconnect, to keep the signal is very simple:” What would Christ do in my place? ”
In each of the youth of Idente Youth remains the joy and excitement of the meeting, along with the commitment to maintain the connection with Jesus, and particularly the “password” to reconnect: “What would Christ do in my place?”
!["El mundo puede cambiar desde el corazón"
(Papa Francisco, Encíclica Dilexit Nos)
"El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social.
Tomar en serio el corazón tiene consecuencias sociales. Como enseña el Concilio Vaticano II, «tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que todos juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore». Porque «los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano». [21] Ante los dramas del mundo, el Concilio invita a volver al corazón, explicando que el ser humano «por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones (cf. 1 S 16,7; Jr 17,10), y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino».
Esto no significa confiar excesivamente en nosotros mismos. Tengamos cuidado: advirtamos que nuestro corazón no es autosuficiente; es frágil y está herido. Tiene una dignidad ontológica, pero al mismo tiempo debe buscar una vida más digna. Dice también el Concilio Vaticano II que «el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad», aunque para vivir conforme a esa dignidad no nos basta conocer el Evangelio ni cumplir mecánicamente lo que nos manda. Necesitamos el auxilio del amor divino. Acudamos al Corazón de Cristo, ese centro de su ser, que es un horno ardiente de amor divino y humano y es la mayor plenitud que puede alcanzar lo humano. Allí, en ese Corazón es donde nos reconocemos finalmente a nosotros mismos y aprendemos a amar."](https://www.idente.org/wp-content/plugins/instagram-feed/img/placeholder.png)
