Conocimos a este niño durante el taller del Parlamento Universal de la Juventud el 25 de noviembre de 2018. El tema de este taller fue “conociendo nuestra identidad como hijos de Dios a través de la oración.”
Una cosa que me impresionó de este chico fue su sonrisa auténtica. Le pregunté “¿De dónde te viene esa sonrisa?” Y enseguida señaló hacia el cielo. Es evidente que todas las cosas hermosas de este mundo vienen de nuestro Padre Celestial.
Continuamos con nuestra conversación.
PUJ: ¿Cuánto tiempo llevas en este centro de chicos de la calle?
Niño: 2 años (ahora, tiene 11 años)
PUJ: ¿Han venido alguna vez tus padres a visitarte?
Niño: No
PUJ: ¿Qué haces cuando echas de menos a tus padres?
Niño: Rezo por ellos.
PUJ: Te voy a contar un secreto que lo puedes hacer realidad cada vez que reces.
Niño: ¿Qué es? (con ojos de asombro)
PUJ: Cuando reces, ofrece esa nostalgia por tus padres. ¿Sabes qué significa ofrecer?
Niño: ¿Ofrecer? Es algo que tú das.
PUJ: Sí, así es. Lo ofreces a Cristo. No lo lleves solo. Entrégale a ÉL. Te sentirás mejor si haces eso.
Niño: Parece algo mágico porque justamente eso lo he vivido esta mañana. Echaba de menos a mis padres, entonces me puse a rezar y sentí alegría en mi corazón. Me puse feliz otra vez.
PUJ: Tu vida es una oración. Entonces, cada vez que veas aquí en este centro a un chico que esta triste, háblale y dale esperanza. Dile que cuando escuchamos las cosas de este mundo y a nosotros mismos, nos sentiremos más tristes. Es mucho mejor mirar a Cristo, nuestro Hermano Divino. Cuando estamos tristes el enemigo está feliz porque quiere que seamos miserables. Si estamos felices, estamos dando la victoria a Cristo.
Bueno, entonces ¿qué vas a compartir ahora, con los niños de aquí cuando hables con ellos?
Niño: Compartiré con ellos lo que he oído de ti.
Inmediatamente entusiasmó a sus dos amigos y les dijo que ofrezcan su dolor cada vez que ellos echen de menos a las personas que aman. Nos sorprendió ver que sus dos amigos le escuchaban atentamente. Es verdad que cuando compartimos nuestras experiencias místicas, la gente nos escucha. Fue un gran testimonio de amor.
Continuamos conversando con este niño…
PUJ: ¿Cuál es tu sueño para cuando seas mayor?
Niño: Quiero ser sacerdote. (Esperábamos que dijera, “Quiero ser un doctor, un ingeniero, un arquitecto…”)
PUJ: ¡Oh! ¿Por qué quieres ser sacerdote?
Niño: Quiero entregar mi vida a Cristo. El mejor regalo que puedo darle a Él es mi vida.
PUJ: Rezaremos por ti, y por favor, reza también por nosotros
El niño estaba muy feliz de haber conversado con nosotros. Y con sentido del humor añadió: “No te preocupes, no soy olvidadizo, guardaré todo en mi corazón.”
Nos despedimos de él dejándole con una gran sonrisa en su rostro. No estamos seguros si le volveremos a ver, pero tenemos la certeza de que compartimos algo que él puede llevarlo consigo a lo largo de su vida, y ese es ¡Cristo!