El pasado jueves 22 de junio tuvo lugar un acto académico en homenaje a la profesora Juana Sánchez-Gey Venegas, actual superiora general de las misioneras identes, con ocasión de su jubilación de las aulas de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Juana Sánchez-Gey se ha desempeñado como profesora de filosofía durante 46 años, iniciando su labor docente en la Universidad de la Laguna (Tenerife), y culminando este año en la UAM. Ha realizado una amplísima labor de investigación en torno a pensadores españoles e Hispanoamérica, con numerosas publicaciones:
Juana ha sabido vivir con fidelidad lo que decía Fernando Rielo: “El joven es más ilusión / que pensamiento. / Por eso necesita, / más que amigos, un maestro”. Sus alumnos y colegas han manifestado que notarán con tristeza no verla por las aulas. A continuación, os compartimos algunas palabras pronunciadas en el acto de homenaje con ocasión de su jubilación:
Marta Nogueroles, colega de Juana, decía que “Juana tiene el don de la escucha, porque se oye con los oídos, pero se escucha con el corazón. El escuchar empareja a los dialogantes, implica dejar de lado nuestro ego y abrirse al otro para entenderle. De ahí su don especial para la enseñanza, pues Juana no es una profesora sin más, es una verdadera maestra que sabe dar las claves del auténtico conocimiento. Podríamos decir que es lo contrario a una persona tóxica, siempre te recibe con una sonrisa, nunca se queja, muy pocas veces critica, y su presencia te aporta paz y armonía. El día que no viene a la Universidad el despacho está como triste y reclama su presencia.
Juana es un modelo de persona a imitar. Es, en definitiva, un ser de luz. Estos años que hemos compartido han sido un aprendizaje continuo, no solo en el plano académico sino también en el de la vida. El color que define a Juana es el azul porque es el color del cielo, de las virtudes espirituales, un color que inspira paz, orden y armonía.”
Por su parte, el profesor Ángel Martínez de Lara comentaba que “uno recuerda con gratitud aquellos maestros, cuyo magisterio se mostraba brillante, pero el más agradable y sincero aprecio es hacia aquellos que te tocaban los sentimientos. Y así para Juana, valdría: Maestra, Juana: No muere algo del todo hasta que no se olvida en el recuerdo. Evoque su ínclita eminencia que memoria, entendimiento y voluntad son las tres potencias del alma y en ellas reside siempre la muy justa ecuanimidad del conocimiento humano, por todo ello reciba la más profunda de cuantas admiraciones cupieren, la más transparente de todas las amistades y el más veraz de todos los propincuos agradecimientos.”