Un año más tuvo lugar en Fucecchio la Cabalgata de los Reyes Magos el mismo Día de la Epifanía, 6 de enero, en la que participaron muchas personas de la Familia Idente, algunos jóvenes de la Juventud Idente y colaboradores parroquiales. Fue un momento de gracia particular, una atmósfera de paz y armonía entre todas las personas, de ayuda mutua y de comunión.
El desfile se abrió con la estrella de Belén, los tres Reyes a caballo seguidos de adultos y pequeños pajes, ángeles, pastores y pastorcillos, un carro tirado por caballos y un grupo de personas con antorchas a los lados del desfile, revestidos también con trajes de la época. Desde la plaza principal del pueblo de Ponte a Cappiano caminando durante unos 5 km llegamos a la Iglesia de la Colegiata que está en el centro histórico de Fucecchio. Los villancicos de Navidad acompañaron el evento y la gente en las aceras de las calles esperaba el paso y el saludo de los Reyes Magos para desearles un feliz año. Se percibía un ambiente festivo y solemne.
Al llegar a la iglesia, todos rindieron homenaje al Niño Jesús, junto a María y José, especialmente los Reyes Magos, que les ofrecieron oro, incienso y mirra. La iglesia estaba llena de personas que escucharon con atención el Mensaje de los Reyes, que dio paso al comienzo de la misa solemne presidida por Mons. Andrea Migliavacca, obispo de la diócesis de San Miniato, y concelebrada por nuestro hermano Ángel Rodríguez Guerro, por el nuevo párroco de Ponte a Cappiano y dos sacerdotes de las parroquias vecinas.
Al final de la celebración de la misa hubo un momento de particular emoción por la lectura de las palabras que el Arcipreste de Fucecchio, P. Andrea Cristiani, momentáneamente en África, envió a través de un mensaje dirigido a las misioneras y misioneros identes presentes en la zona, agradeciendo nuestra presencia en la diócesis. Saludó con gran estima y afecto a nuestro hermano Ángel por su nueva misión en Bolonia, e invitó a las misioneras a seguir adelante con fuerza en la organización de la Cabalgata de los Reyes Magos, expresando su deseo de que el nuevo párroco continuase junto con las misioneras esta iniciativa tan especial porque es la única actividad que involucra toda la unidad pastoral del territorio. También ofreció su colaboración para que el evento crezca cada vez más y muchas personas puedan participar e identificarse con los pastores que vienen al portal de Belén para rendir homenaje al Niño Jesús.
La alegría de todos fue también subrayada por la presencia de nuestra hermana Laura Rebaioli, que vino especialmente de Turín para ayudar a organizar el evento, saludada cariñosamente por el Obispo, los sacerdotes y toda la familia idente.
!["El mundo puede cambiar desde el corazón"
(Papa Francisco, Encíclica Dilexit Nos)
"El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social.
Tomar en serio el corazón tiene consecuencias sociales. Como enseña el Concilio Vaticano II, «tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que todos juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore». Porque «los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano». [21] Ante los dramas del mundo, el Concilio invita a volver al corazón, explicando que el ser humano «por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones (cf. 1 S 16,7; Jr 17,10), y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino».
Esto no significa confiar excesivamente en nosotros mismos. Tengamos cuidado: advirtamos que nuestro corazón no es autosuficiente; es frágil y está herido. Tiene una dignidad ontológica, pero al mismo tiempo debe buscar una vida más digna. Dice también el Concilio Vaticano II que «el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad», aunque para vivir conforme a esa dignidad no nos basta conocer el Evangelio ni cumplir mecánicamente lo que nos manda. Necesitamos el auxilio del amor divino. Acudamos al Corazón de Cristo, ese centro de su ser, que es un horno ardiente de amor divino y humano y es la mayor plenitud que puede alcanzar lo humano. Allí, en ese Corazón es donde nos reconocemos finalmente a nosotros mismos y aprendemos a amar."](https://www.idente.org/wp-content/plugins/instagram-feed/img/placeholder.png)
