El 27 de Octubre tuvo lugar en Lima el Expo Carisma “Dar lo mejor de sí”; un encuentro vocacional para jóvenes organizado por el arzobispado. Consistió en un conjunto de actividades entre testimonios, conciertos y charlas que permitieron a los asistentes comprender el verdadero significado de ser una iglesia en salida.Fue una jornada de fiesta en la que las diferentes comunidades religiosas, entre ellas los misioneros identes, expusimos nuestros carismas a los jóvenes, y a las personas que asistieron.
Entre los testimonios, fue presentado un video-documental de la labor que realiza nuestro Instituto alrededor del mundo. Asimismo, fue una estupenda oportunidad para compartir con jóvenes, estudiantes, maestros y religiosos las actividades que realizamos en Perú: la Juventud Idente, el próximo Campamento Nacional 2019, el voluntariado Idente, las reuniones del Parlamento Universal de la Juventud con la temática “Paz en Construcción”, las jornadas de la Familia Idente; pero sobre todo para compartir nuestro carisma bajo el canon de la palabra Padre.
El Expo Carisma, fue también una muestra de cómo la unidad no significa “uniformidad”, y que nuestro Padre Celestial ha bendecido a la iglesia con diversos carismas que, desde sus particularidades, dan testimonio de Cristo. Esta jornada fue una invitación a recordar lo que nos dice Papa Francisco: “Cuando Dios llama por el nombre a una persona le revela al mismo tiempo su vocación, su proyecto de santidad y de bien, por el que esa persona llegará a ser alguien único y un don para los demás” (Papa Francisco).
!["El mundo puede cambiar desde el corazón"
(Papa Francisco, Encíclica Dilexit Nos)
"El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social.
Tomar en serio el corazón tiene consecuencias sociales. Como enseña el Concilio Vaticano II, «tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que todos juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore». Porque «los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano». [21] Ante los dramas del mundo, el Concilio invita a volver al corazón, explicando que el ser humano «por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones (cf. 1 S 16,7; Jr 17,10), y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino».
Esto no significa confiar excesivamente en nosotros mismos. Tengamos cuidado: advirtamos que nuestro corazón no es autosuficiente; es frágil y está herido. Tiene una dignidad ontológica, pero al mismo tiempo debe buscar una vida más digna. Dice también el Concilio Vaticano II que «el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad», aunque para vivir conforme a esa dignidad no nos basta conocer el Evangelio ni cumplir mecánicamente lo que nos manda. Necesitamos el auxilio del amor divino. Acudamos al Corazón de Cristo, ese centro de su ser, que es un horno ardiente de amor divino y humano y es la mayor plenitud que puede alcanzar lo humano. Allí, en ese Corazón es donde nos reconocemos finalmente a nosotros mismos y aprendemos a amar."](https://www.idente.org/wp-content/plugins/instagram-feed/img/placeholder.png)
