Una representación de misioneras y misioneros identes de la provincia de Madrid asistieron a la V Jornada de estudio sobre Nuevas Formas de Vida Consagrada, organizada por la Cátedra de Teología de la Vida Consagrada de la Universidad Eclesiástica San Dámaso (UESD) de Madrid en colaboración con la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada (CEVC) de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Precisamente nuestra hermana Lourdes Grosso es la Directora del Secretariado de esta Comisión. El acto se realizó el 23 de febrero en la CEE, presidido por Mons. Jesús Sanz Montes, OFM, Arzobispo de Oviedo y Director de la mencionada Cátedra.
Fue un encuentro enriquecedor, en el que participaron más de 60 personas, entre las que se contaban miembros de 16 comunidades, institutos o asociaciones diferentes, entre ellos los misioneros identes, además de otras personas interesadas en el tema.
La primera intervención fue de Gabriel Richi Alberti, Decano de la Facultad de Teología de la UESD. En su comunicación subrayó la necesidad de seguir trabajando en la Iglesia para lograr una mayor profundización y una mejor recepción de la eclesiología del Concilio Vaticano II. Destacó el horizonte misionero de la Iglesia como razón de ser de los nuevos dones que el Espíritu no deja de ofrecer a la Iglesia. Por otro lado, señaló que los distintos institutos de vida consagrada han de comprenderse como diversas modalidades específicas e históricas de vivir la vocación universal a la santidad. Así mismo, afirmó que la esencia de la vida consagrada viene determinada por su función profética o escatológica, puesto que la profesión de los consejos evangélicos como estado de vida establece una especificidad distinta respecto de la vida conyugal y del ministerio ordenado, los cuales están más relacionados con la peregrinación histórica de la Iglesia. Por último, señaló que al proceso de institucionalización de un carisma pertenece de forma esencial el reconocimiento por parte de la Iglesia, como la garantía que el Espíritu Santo ofrece de la autenticidad del don carismático; y que este proceso puede implicar innovaciones canónicas, pero siempre respetando y expresando el origen sacramental de la autoridad de la Iglesia.
Seguidamente, Mons. Jesús Sanz Montes disertó sobre “La consagración como pertenencia a Dios”, explicando que la experiencia y el discernimiento harán posible paulatinamente una mayor precisión en la codificación de lo que hoy se conoce como “nuevas formas de vida consagrada”. En este sentido, Mons. Sanz tomó pide de la metáfora de la sinfonía usada por el teólogo H.U. von Balthasar, para expresar que la Iglesia es también como una sinfonía, una obra común que es ejecutada por instrumentos diversos y con notas diferentes. Así también en la Iglesia, las distintas vocaciones, siguiendo distintamente al Señor, forman el único Pueblo de Dios. Además, D. Jesús Sanz propuso la tríada de un itinerario sinfónico para la renovación de la vida consagrada: consagrados a Dios, con los hermanos, para la misión que en la Iglesia se nos confía. Por otra parte, destacó que la vocación tiene su origen en la iniciativa de la voluntad divina, puesto que la llamada a vivir una especial consagración siempre parte de Dios. Al mismo tiempo, afirmó que la especial consagración está radicada en el Bautismo y lo realiza más plenamente. Todos los bautizados están llamados a la santidad, pero la vida consagrada tiene un valor propio: la índole escatológica. En efecto, quienes profesan los consejos evangélicos anticipan la vida del Cielo. Por último, el conferenciante reflexionó sobre la consagración como entrega del corazón o la pertenencia habitada por Otro, y apuntó los elementos de la expresión consagrada de una pertenencia vocacionada: la oración personal, la Eucaristía, la Penitencia, la Palabra y la liturgia de las horas. Mons. Sanz remitió, para una mayor profundización en estas y otras cuestiones, a su libro “La fidelidad creativa. Itinerario de renovación de la vida consagrada” (BAC, 2017).
Por su parte, P. Juan Carlos Ortega Rodríguez, LC, expuso las conclusiones del Congreso Internacional “Consagración y Consagración por los Consejos Evangélicos”, celebrado en Roma del 3 al 6 de mayo de 2018. Le siguió Teresa Rodríguez Arenas, de la Fraternidad Misionera Verbum Dei, que reflexionó sobre los criterios eclesiales para la aprobación de nuevas formas de vida consagrada e incidió especialmente en la cuestión de la necesidad del discernimiento, como un don del Espíritu que hay que pedir y cultivar. Después, hubo tiempo para que los participantes formularan algunas preguntas a los ponentes, que tuvieron así ocasión de profundizar en algunas cuestiones.
!["El mundo puede cambiar desde el corazón"
(Papa Francisco, Encíclica Dilexit Nos)
"El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social.
Tomar en serio el corazón tiene consecuencias sociales. Como enseña el Concilio Vaticano II, «tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que todos juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore». Porque «los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano». [21] Ante los dramas del mundo, el Concilio invita a volver al corazón, explicando que el ser humano «por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones (cf. 1 S 16,7; Jr 17,10), y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino».
Esto no significa confiar excesivamente en nosotros mismos. Tengamos cuidado: advirtamos que nuestro corazón no es autosuficiente; es frágil y está herido. Tiene una dignidad ontológica, pero al mismo tiempo debe buscar una vida más digna. Dice también el Concilio Vaticano II que «el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad», aunque para vivir conforme a esa dignidad no nos basta conocer el Evangelio ni cumplir mecánicamente lo que nos manda. Necesitamos el auxilio del amor divino. Acudamos al Corazón de Cristo, ese centro de su ser, que es un horno ardiente de amor divino y humano y es la mayor plenitud que puede alcanzar lo humano. Allí, en ese Corazón es donde nos reconocemos finalmente a nosotros mismos y aprendemos a amar."](https://www.idente.org/wp-content/plugins/instagram-feed/img/placeholder.png)
