El pasado 10 de diciembre la Delegación Territorial de La Paz (Bolivia) tuvo una doble alegría. Por un lado, se celebró la Eucaristía conmemorativa del XIII Aniversario del tránsito de nuestro amado padre Fundador en nuestra Parroquia de la Sagrada Familia. Por otro, en este marco tan especial se hizo la ceremonia de ingreso a la vida común de nuestra Institución de nuestra hermana Patricia Paz Camacho. Se contó con la asistencia de numerosas personas, entre ellos familiares, y amigos así como miembros de la familia idente.
La misa fue presidida por nuestro hermano Gregorio Cabrera, quien en la homilía hizo referencia a la vida ejemplar de nuestro padre Fundador, cuya entrega amorosa a Cristo le llevó al ofrecimiento de su vida por la misión encomendada por el Padre.
Nuestra hermana Maite Otón, Delegada Territorial de La Paz, se dirigió a nuestra querida hermana Patricia con unas palabras centradas en la bendición de Dios que contemplamos en su Fiat a Cristo dado con firmeza y entrega. Asimismo, le expresó la inmensa alegría y gratitud de todos por este sí que desde hacía un tiempo le había dado a Cristo, concretamente en su experiencia en la India, y que en este momento lo estaba haciendo público. Maite elogió su forma de confesar la fe ante jóvenes universitarios y que su amor al Padre le había llevado a desear con ardor entregarse sin reservas a Él, pasando por encima de toda prueba. Le deseó, por último, que siguiera siendo feliz en Cristo y que conservase su ardor misionero, su primera caridad y espíritu de obediencia hasta el final de sus días, contando siempre con la oración de todos sus hermanos: ” Como una gran familia, te acompañaremos en este camino de Amor. Sabes que por el hecho de decirle a Cristo ‘Sí quiero’, Cristo te da la plenitud de la vida.»
Al finalizar la misa, nuestra hermana Patricia dio su testimonio, que nos conmovió profundamente. Con emoción nos transmitió su felicidad y agradecimiento por la misericordia de Dios al haberla elegido, a pesar de haber vivido apegada al mundo, para llevar a cabo una vida misionera dedicada a dar a conocer a la juventud el maravilloso don de seguirle y abandonarse a su Providencia, dejándolo todo por amor a Él : «Mis lágrimas son de alegría y de gratitud a Dios por haberse fijado en mí, el amor de Dios me llena y estoy plenamente feliz con Él, dispuesta a hacer su voluntad.»
Toda la ceremonia transcurrió en un ambiente de recogimiento y profundo gozo. Fue una gran fiesta que, sin duda, nuestro Fundador estaba contemplado desde el cielo, bendiciéndonos con su paternal sonrisa.