“Do you want to be a saint?” “Yes!” Was the spontaneous and determined response of one of the 250 youth who discovered the “country of the idente missionaries” during their journey throughthe paths of justice; theme of the annual meeting of the youth of the diocese of Berlin-Germany, that took place from 15 to 17 June on the island of Zinnowitz.
Through a great gymkhana, these youth came to know different realities of the local church that, after an introduction, introduced the young people to the proper way of living justice and sanctity. The forest in which the activity was carried out was perfect for the idente missionaries, because it was very similar to Valsaín, a forest in which the Heavenly Father invited Fernando Rielo to be a saint, when he was 16 years old. Through a game, the idente missionaries invited the young people who passed by to “decipher” this same message among the trees: “be perfect as the Father who is in heaven is perfect” (Mt 5,48).
During this tour the boys also looked for a wooden stick as straight as possible (their own justice), which in the end was transformed into a “more” by another stick. Letting Christ cross his human measure of justice, they formed a cross that they could take home. The idente missionaries exhorted them, in concrete things that each of them wrote before the search, to transform their own form of rigid justice, in the justice of the Father, which goes much further: it is “more” than our little justice.
Beautiful sign of a Church in departure was the group of young immigrants, largely Muslim, who participated in the whole meeting. A young Iranian was very touched by the proposed dynamic and, before leaving the “country of the missionaries” said: I am not a Christian, I am a Muslim, but I carry this cross as a souvenir. Thank you!
!["El mundo puede cambiar desde el corazón"
(Papa Francisco, Encíclica Dilexit Nos)
"El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social.
Tomar en serio el corazón tiene consecuencias sociales. Como enseña el Concilio Vaticano II, «tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que todos juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore». Porque «los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano». [21] Ante los dramas del mundo, el Concilio invita a volver al corazón, explicando que el ser humano «por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones (cf. 1 S 16,7; Jr 17,10), y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino».
Esto no significa confiar excesivamente en nosotros mismos. Tengamos cuidado: advirtamos que nuestro corazón no es autosuficiente; es frágil y está herido. Tiene una dignidad ontológica, pero al mismo tiempo debe buscar una vida más digna. Dice también el Concilio Vaticano II que «el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad», aunque para vivir conforme a esa dignidad no nos basta conocer el Evangelio ni cumplir mecánicamente lo que nos manda. Necesitamos el auxilio del amor divino. Acudamos al Corazón de Cristo, ese centro de su ser, que es un horno ardiente de amor divino y humano y es la mayor plenitud que puede alcanzar lo humano. Allí, en ese Corazón es donde nos reconocemos finalmente a nosotros mismos y aprendemos a amar."](https://www.idente.org/wp-content/plugins/instagram-feed/img/placeholder.png)
