El día 14 de Julio llegó a Iquitos (Perú) la doctora española SusanaGerechter, acompañada de una joven médico y dos jóvenes estudiantes de medicina. Continuaron con el desarrollo del proyecto “Humanización de la medicina” y la cooperación en prevención y educación para una buena salud. Las actividades médicas fueron en los caseríos de Fray Martín, Santa Rita, San José de Lupuna; lugares donde las condiciones de atención médica son escasas. La disposición y deseo de ayudar a las personas hicieron que emprendieran este viaje, venciendo las dificultades que la naturaleza propia de este lugar impone: calor y lluvias.
Las personas a las que llegaron mostraron su alegría y gratitud por la visita de estos jóvenes médicos dispuestos a ofrecer su ayuda, siendo de vital importancia la atención médica a niños, madres gestantes y ancianos. Dejaron también medicamentos en donación para combatir la anemia, y parasitosis.
Dieron tambiénuna conferencia sobre la osteoporosis en la que estuvieron presentes el personal del Hospital Regional.
Es emocionante ver como el Padre Celestial, con su ternura, toca las almas para que den su vida en el trabajo, en el servicio y amor al prójimo. Organizamos una cena de despedida, y el día 29 de julio partieronde regreso a su país dejándonos su entusiasmo, gratitud y valoración de la vida.
!["El mundo puede cambiar desde el corazón"
(Papa Francisco, Encíclica Dilexit Nos)
"El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social.
Tomar en serio el corazón tiene consecuencias sociales. Como enseña el Concilio Vaticano II, «tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que todos juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore». Porque «los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano». [21] Ante los dramas del mundo, el Concilio invita a volver al corazón, explicando que el ser humano «por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones (cf. 1 S 16,7; Jr 17,10), y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino».
Esto no significa confiar excesivamente en nosotros mismos. Tengamos cuidado: advirtamos que nuestro corazón no es autosuficiente; es frágil y está herido. Tiene una dignidad ontológica, pero al mismo tiempo debe buscar una vida más digna. Dice también el Concilio Vaticano II que «el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad», aunque para vivir conforme a esa dignidad no nos basta conocer el Evangelio ni cumplir mecánicamente lo que nos manda. Necesitamos el auxilio del amor divino. Acudamos al Corazón de Cristo, ese centro de su ser, que es un horno ardiente de amor divino y humano y es la mayor plenitud que puede alcanzar lo humano. Allí, en ese Corazón es donde nos reconocemos finalmente a nosotros mismos y aprendemos a amar."](https://www.idente.org/wp-content/plugins/instagram-feed/img/placeholder.png)
