“Volta pagina!” (turn the page!): this is the name of the inter-parish mission that the idente missionaries have been promoting together with the diocesan priests of the parishes of the city of Arpino (province of Frosinone, two hours from Rome), from September 29 to October 8.
The protagonists of this mission week were the people of the parish community themselves. There has been intense moments of spirituality; evangelizing in the street; workshops for young people; artistic spaces; testimonies; visits to families and Eucharistic celebrations, all to make Christ known throughout the city.
On Friday, September 29 at 7:00 PM, the parish missionaries were sent away on their mission by the bishop, Msgr. Gerardo Antonazzo, during a Eucharistic celebration that took place in the Church of Saint Michael, on the main square of Arpino.
To prepare this mission, during the month of September, the missionaries of Rome and Arpino had been organizing formative meetings for all those who wanted to take on the commitment implied by this mission. The formation was both spiritual and organizational.
This initiative was received in a way that surprised everyone. Diocesan priests, religious, persons with missionary experience, people who have never heard of a mission, people more or less close to the Church, and above all the communion that has been created between the idente missionaries of common life and the married ones; it has been a wonderful grace, a huge gift to grow together in the “yes” to the call made by Pope Francis to the universal Church to live and transmit the joy of the Gospel.
We placed this parish mission of Arpino under the intercession of Mary, Mother of mystical life, with full trust in the prayer of all the missionaries and our friends for this apostolic work.
La piazza della Parrocchia di San Michele Arcangelo diretta dai missionari identes di Arpino
!["El mundo puede cambiar desde el corazón"
(Papa Francisco, Encíclica Dilexit Nos)
"El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social.
Tomar en serio el corazón tiene consecuencias sociales. Como enseña el Concilio Vaticano II, «tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que todos juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore». Porque «los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano». [21] Ante los dramas del mundo, el Concilio invita a volver al corazón, explicando que el ser humano «por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones (cf. 1 S 16,7; Jr 17,10), y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino».
Esto no significa confiar excesivamente en nosotros mismos. Tengamos cuidado: advirtamos que nuestro corazón no es autosuficiente; es frágil y está herido. Tiene una dignidad ontológica, pero al mismo tiempo debe buscar una vida más digna. Dice también el Concilio Vaticano II que «el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad», aunque para vivir conforme a esa dignidad no nos basta conocer el Evangelio ni cumplir mecánicamente lo que nos manda. Necesitamos el auxilio del amor divino. Acudamos al Corazón de Cristo, ese centro de su ser, que es un horno ardiente de amor divino y humano y es la mayor plenitud que puede alcanzar lo humano. Allí, en ese Corazón es donde nos reconocemos finalmente a nosotros mismos y aprendemos a amar."](https://www.idente.org/wp-content/plugins/instagram-feed/img/placeholder.png)
