Fin de semana de Pentecostés, domingo 4 de junio 2017 en Bad Lauterberg, Alemania – Un Motus Christi con jóvenes de Alemania, Polonia, Hungría, Belarusa.
Tres días de retiro y convivencia con charlas sobre el Espíritu Santo, su persona, su acción, su sentido en la vida de cada uno de nosotros, sobre el vínculo entre “el Espíritu Santo y el apostolado”; y también sobre “María, esposa del Espíritu Santo”.
¿Cuando vivimos y cuando no vivimos en unión con él?, esto fue lo que compartimos en el tiempo de silencio y en los grupos. Nos han acompañado maravillosos testimonios de misioneros y misioneras de vida común, externos y amigos de la Familia Idente. También han sido días de labor monástica y paseos en los alrededores, disfrutando del buen paisaje de esta zona del centro de Alemania.
La noche del Ateneo fue preciosa, con canciones, poemas de Fernando Rielo, flauta, nuestras experiencias compartidas sobre el Espíritu Santo. A conclusión, en la lección espiritual de la fiesta de Pentecostés se nos recordó que tenemos que unir nuestra aflicción con el suspiro del Espíritu Santo.
La unión entre todos nosotros y el deseo de transmitir lo vivido en nuestro día a día y compartirlo con los demás, han sido dos de los más grandes frutos que estos días de convivencia nos han regalado.
!["El mundo puede cambiar desde el corazón"
(Papa Francisco, Encíclica Dilexit Nos)
"El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social.
Tomar en serio el corazón tiene consecuencias sociales. Como enseña el Concilio Vaticano II, «tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que todos juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore». Porque «los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano». [21] Ante los dramas del mundo, el Concilio invita a volver al corazón, explicando que el ser humano «por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones (cf. 1 S 16,7; Jr 17,10), y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino».
Esto no significa confiar excesivamente en nosotros mismos. Tengamos cuidado: advirtamos que nuestro corazón no es autosuficiente; es frágil y está herido. Tiene una dignidad ontológica, pero al mismo tiempo debe buscar una vida más digna. Dice también el Concilio Vaticano II que «el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad», aunque para vivir conforme a esa dignidad no nos basta conocer el Evangelio ni cumplir mecánicamente lo que nos manda. Necesitamos el auxilio del amor divino. Acudamos al Corazón de Cristo, ese centro de su ser, que es un horno ardiente de amor divino y humano y es la mayor plenitud que puede alcanzar lo humano. Allí, en ese Corazón es donde nos reconocemos finalmente a nosotros mismos y aprendemos a amar."](https://www.idente.org/wp-content/plugins/instagram-feed/img/placeholder.png)
