El 6 de diciembre hemos celebrado en la parroquia de la Santa Familia de Elig Assiga, en Yaoundé (Camerún) el XIII aniversario del tránsito de Fernando Rielo Pardal hacia los brazos de nuestro Padre Celestial. Todos los sacerdotes identes de Yaoundé concelebraron. El padre Paul Alexandre explicó los aspectos fundamentales de Fernando Rielo, comenzando por la conciencia filial como un sentimiento sincero y tierno.
La ceremonia, en medio de la sencillez, produjo una impresión de gozo y certeza por la intercesión y presencia de nuestro Fundador por todos los presentes.
El domingo 10 de diciembre en la parroquia universitaria de San Pedro y San Pablo, en Soa, se proyectó una parte de la película “Sed santos”, de la directora Catherine Mc Gilvray, que versa sobre el carisma idente. Le siguió una presentación de los misioneros identes Anne Daban y Justo de la Fuente en el que, por medio del testimonio personal, hicieron un homenaje al valor y a las enseñanzas que nos deja la vida de Fernando Rielo. En el momento de las preguntas por parte de los estudiantes, los jóvenes expresaron más bien testimonios en relación a la acción de Fernando Rielo en sus vidas: el cambio de comportamiento, la presencia del Padre celeste, el acompañamiento en su ofrenda personal siguiendo su ejemplo, el coraje que les transmitía su vida…
Por la tarde nos dirigimos a los adolescentes de la Juventud Idente de Etoudi, unos 120, que vieron con mucha atención la película y después siguieron con interés la exposición. En este caso, trató sobre el amor y el sueño de Fernando Rielo sobre la juventud, y, en especial, sobre la Juventud Idente.
Un joven se levantó para decir que agradecía a la Juventud Idente y a su fundador porque él participaba desde los cuatro años en la misma y desde entonces ya no podía dejar de asistir. “Se podría decir que todo lo que soy es gracias a la Juventud Idente”, expresó con mucho convencimiento.
!["El mundo puede cambiar desde el corazón"
(Papa Francisco, Encíclica Dilexit Nos)
"El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social.
Tomar en serio el corazón tiene consecuencias sociales. Como enseña el Concilio Vaticano II, «tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que todos juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore». Porque «los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano». [21] Ante los dramas del mundo, el Concilio invita a volver al corazón, explicando que el ser humano «por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones (cf. 1 S 16,7; Jr 17,10), y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino».
Esto no significa confiar excesivamente en nosotros mismos. Tengamos cuidado: advirtamos que nuestro corazón no es autosuficiente; es frágil y está herido. Tiene una dignidad ontológica, pero al mismo tiempo debe buscar una vida más digna. Dice también el Concilio Vaticano II que «el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad», aunque para vivir conforme a esa dignidad no nos basta conocer el Evangelio ni cumplir mecánicamente lo que nos manda. Necesitamos el auxilio del amor divino. Acudamos al Corazón de Cristo, ese centro de su ser, que es un horno ardiente de amor divino y humano y es la mayor plenitud que puede alcanzar lo humano. Allí, en ese Corazón es donde nos reconocemos finalmente a nosotros mismos y aprendemos a amar."](https://www.idente.org/wp-content/plugins/instagram-feed/img/placeholder.png)
