Este grupo, compuesto por nueve personas, se desplazó hasta San Miguelito para desde aquí visitar y conocer algunas comunidades (pueblitos) de nuestra parroquia, con el fin de estudiar in situlos sistemas constructivos de las viviendas tradicionales de la zona, materiales empleados, distribución de espacios, etc., con el fin de elaborar posteriormente algunas propuestas de mejoramiento de viviendas que pudieran ser aplicadas por los vecinos de las comunidades rurales en régimen de autoconstrucción.
Este proyecto, que aún está en fase inicial, esperamos que pueda unirse a otras acciones en este mismo campo que se están trabajando con la Universidad Técnica Particular de Loja (Ecuador), orientadas a promover una mejor calidad de vida para las familias a través de viviendas mejoradas que cuenten con servicios básicos, evitando el hacinamiento, condiciones poco salubres, etc.
Durante varios días estos jóvenes han compartido con nosotros las visitas que hacemos para la asistencia religiosa a las comunidades, encuestando a los vecinos, visitando viviendas de distintos tipos, la capilla, la escuela, etc.
También les hemos acompañado a recorrer los tres pueblos misionales que tenemos cerca, San Rafael, San Miguel y Santa Ana, declarados Patrimonio de la Humanidad como Misiones Jesuíticas de Chiquitos, a fin de que la riqueza religiosa, arquitectónica, artística y cultural de esta región pueda servir de herencia inspiradora para el trabajo del grupo, que tiene pensado volver después de unos meses, cuando tengan trabajadas sus propuestas.
Como siempre hemos procurado que la convivencia con estas personas que nos visitan por diversos motivos haya resultado para ellos enriquecedora humana y espiritualmente, como lo ha sido para nosotros.
!["El mundo puede cambiar desde el corazón"
(Papa Francisco, Encíclica Dilexit Nos)
"El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social.
Tomar en serio el corazón tiene consecuencias sociales. Como enseña el Concilio Vaticano II, «tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que todos juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore». Porque «los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano». [21] Ante los dramas del mundo, el Concilio invita a volver al corazón, explicando que el ser humano «por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones (cf. 1 S 16,7; Jr 17,10), y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino».
Esto no significa confiar excesivamente en nosotros mismos. Tengamos cuidado: advirtamos que nuestro corazón no es autosuficiente; es frágil y está herido. Tiene una dignidad ontológica, pero al mismo tiempo debe buscar una vida más digna. Dice también el Concilio Vaticano II que «el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad», aunque para vivir conforme a esa dignidad no nos basta conocer el Evangelio ni cumplir mecánicamente lo que nos manda. Necesitamos el auxilio del amor divino. Acudamos al Corazón de Cristo, ese centro de su ser, que es un horno ardiente de amor divino y humano y es la mayor plenitud que puede alcanzar lo humano. Allí, en ese Corazón es donde nos reconocemos finalmente a nosotros mismos y aprendemos a amar."](https://www.idente.org/wp-content/plugins/instagram-feed/img/placeholder.png)
