El volcán Popocatépetl, de Puebla, fue testigo de la sed de Cristo que tenían los participantes en el Motus Christi realizado en la casa de retiros franciscana. Entre la belleza del lugar y el silencio de la ermita franciscana, se fue tejiendo un ambiente fraterno y con la alegría que sólo Él puede darnos.
Cuatro temas fueron el marco para iluminar cada espacio y momento a la luz del Evangelio. A través de cada reflexión era palpable como las aflicciones que cada uno tenemos iban adquiriendo dirección y sentido. Vidas en busca de paz, de consuelo de certezas que la voz del mundo no les dejaba escuchar. Todo favorecía la escucha del susurro de nuestro amado diciendo “Aquí estoy, estoy contigo, no tengas miedo…”
También tuvimos cuatro testimonios de nuestros hermanos Liliana, Everardo, Érica y un joven de nombre Bernardo. Los hermanos nos contaron su historia de amor y, todavía más hermoso, la trayectoria de fidelidad que les sigue uniendo a nuestro Padre Celestial.
El retiro fue también la oportunidad de alimentarnos de Cristo en la Eucaristía. Al atardecer del segundo día un gran momento de oración en silencio nos indicó que sólo por Él habíamos estado juntos en ese hermoso lugar ya que en todos Cristo se podía mover, dándonos fortaleza para iniciar el verdadero retiro, fuera del silencio de esa ermita.