El salón de actos San Juan Pablo II, de la basílica de la Concepción de Nuestra Señora, ha acogido en la tarde del miércoles 26 de junio la presentación del libro A imagen de la Trinidad. Para comprender las «mutuae relationes». Eclesiología de comunión y vida consagrada, en un acto organizado por la Fundación Fernando Rielo y la Biblioteca de Autores Cristianos. La autora, Lourdes Grosso García, misionera idente, es Directora del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada de la Conferencia Episcopal Española; Consultora de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica; y Coordinadora de la Cátedra de Teología de la Vida Consagrada de la Universidad Eclesiástica de San Dámaso.
El acto ha sido presidido por monseñor Vicente Jiménez Zamora, arzobispo de Zaragoza y miembro de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, quien en sus palabras ha subrayado que esta obra «llega muy oportunamente, en este momento en que, por encargo del Santo Padre Francisco, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica y la Congregación para los Obispos, están trabajando en una nueva elaboración del Mutuae relationes. Tengo el inmerecido honor de formar parte de la Comisión redactora del nuevo Directorio de Mutuae Relationes in Ecclesia.
Las páginas del libro de la Dra. Lourdes Grosso desean preparar la acogida del nuevo documento, recorriendo un itinerario argumentado y sistemático, en el que se van abordando elementos de carácter filosófico, antropológico, eclesiológico y carismático. Con este propósito la autora, misionera idente, acude a la aportación del fundador del Instituto, Fernando Rielo, exponiendo desde su modelo metafísico (la concepción genética del principio de relación o modelo genético), las repercusiones que un pensamiento profundamente creyente tiene en la vida y en la comunión eclesial».
Por su parte, D. Jesús Pulido Arriero, a quien esa misma mañana la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española había nombrado nuevo director general de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), quiso señalar que «esta publicación y la presentación de hoy forman parte de un año jubilar para la BAC. La Biblioteca de Autores Cristianos cumple, en 2019, 75 años. A este septuagésimo-quinto aniversario de fundación se une también el trigésimo en manos de los Obispos españoles, ya que, desde 1989, la BAC pertenece y es el sello editorial de la Conferencia Episcopal Española».
«No son los temas, sino los autores los que identifican a la BAC, como indica su nombre: Biblioteca de autores –continuó el director–. Leyendo su catálogo a veces da la impresión de recitar una letanía completa de santos padres y doctores de la Iglesia, de fundadores y maestros de espiritualidad, de Papas, teólogos y escritores contemporáneos de reconocido prestigio… Son los autores BAC. La Doctora Lourdes Grosso era ya uno de ellos. Ya formaba parte de esta letanía con “«¡Rabboni!» Presencia y misión de la mujer en la Iglesia” (2016) y ahora también con “A imagen de la Trinidad”.
En sintonía con el Santo Padre, la Dra. Lourdes Grosso aborda «una de las notas más características de su eclesiología que es, sin duda, la importancia que concede a la condición sinodal de la Iglesia», e «insiste en que las relaciones mutuas entre obispos y consagrados no puede tener otro marco de referencia que no sea la comunión trinitaria».
La Dra. Juana Sánchez-Gey Venegas, directora del Aula de Pensamiento de la Fundación Fernando Rielo y vicepresidenta de la Asociación de Hispanismo Filosófico contextualizó el pensamiento de Fernando Rielo en su época, subrayando que el siglo XX dio un giro antropológico a la filosofía, porque el hombre busca el sentido de su existencia más allá de los reduccionismos; en este marco se sitúa la concepción mística de la antropología de Fernando Rielo, que se centra en el hombre y su relación con el Absoluto.
El libro acoge la preocupación de los Pontífices al constatar que frente a la tradición metafísica cristiana «el hombre de nuestro tiempo, rico en medios, pero no igualmente en fines, a menudo vive condicionado por un reduccionismo y un relativismo que llevan a perder el significado de las cosas […]. En este trasfondo, el pensamiento resulta débil y gana terreno también un empobrecimiento ético, que oscurece las referencias normativas de valor» (Benedicto XVI, 3-5-2012). Por ello es necesario «recuperar, siguiendo una tradición filosófica perennemente válida, las dimensiones de auténtica sabiduría y de verdad, incluso metafísica, del pensamiento filosófico» (Fides et ratio 106). Agradece a la autora que, desde su formación en la Escuela Idente, exponga en esta obra nuevos caminos para el pensamiento cristiano desde la aportación de Fernando Rielo.
La última intervención ha correspondido a la autora Lourdes Grosso García, quien ha expresado que hoy en día son muchas las posiciones filosóficas, antropológicas e incluso eclesiológicas que impiden unas relaciones que sean participación en la comunión trinitaria. Esta obra, con toda modestia, se propone exponer una fundamentación filosófica en consonancia con la Palabra de Dios, y presentar la teología trinitaria como paradigma de toda reflexión teológica y núcleo de la eclesiología de comunión.
Tras exponer en breve síntesis la intrahistoria de este libro, sus objetivos y el contenido de sus tres partes: Perspectiva, Marco doctrinal con su Status quaestionis y Ámbitos de reflexión, ha explicado que en la eclesiología de comunión se subrayan actualmente dos conceptos claves que responden a la acción del Espíritu Santo en la vida y en la misión de la Iglesia: coesencialidad y sinodalidad, y ha propuesto una concepción mística de la coesencialidad, desde la metafísica de Fernando Rielo.
Finaliza la obra con algunas consecuencias operativas para las relaciones mutuas intraeclesiales y la invocación a María, Madre de la Iglesia, y un breve Epílogo: «podemos encontrar muchas razones filosóficas, antropológicas, históricas, eclesiológicas,… pero lo más importante es que «el espíritu del Señor llena la tierra» (Sab 1,7) y con él podemos recorrer juntos el camino hacia la santidad, como nos exhorta el Papa Francisco en Gaudete et exsultate».
Puede adquirirse en: http://bac-editorial.es/estudios-y-ensayos/1674-a-imagen-de-la-trinidad-para-comprender-las-mutuae-relationes-eclesiologia-de-comunion-y-vida-consagrada.html
A continuación el enlace a las intervenciones de Mons. Vicente Jiménez y de Lourdes Grosso.
!["El mundo puede cambiar desde el corazón"
(Papa Francisco, Encíclica Dilexit Nos)
"El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social.
Tomar en serio el corazón tiene consecuencias sociales. Como enseña el Concilio Vaticano II, «tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que todos juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore». Porque «los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano». [21] Ante los dramas del mundo, el Concilio invita a volver al corazón, explicando que el ser humano «por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones (cf. 1 S 16,7; Jr 17,10), y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino».
Esto no significa confiar excesivamente en nosotros mismos. Tengamos cuidado: advirtamos que nuestro corazón no es autosuficiente; es frágil y está herido. Tiene una dignidad ontológica, pero al mismo tiempo debe buscar una vida más digna. Dice también el Concilio Vaticano II que «el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad», aunque para vivir conforme a esa dignidad no nos basta conocer el Evangelio ni cumplir mecánicamente lo que nos manda. Necesitamos el auxilio del amor divino. Acudamos al Corazón de Cristo, ese centro de su ser, que es un horno ardiente de amor divino y humano y es la mayor plenitud que puede alcanzar lo humano. Allí, en ese Corazón es donde nos reconocemos finalmente a nosotros mismos y aprendemos a amar."](https://www.idente.org/wp-content/plugins/instagram-feed/img/placeholder.png)
