El pasado 20 de enero se celebró la Profesión apostólica y consagración celibial de Karla Esparza y Luis Daniel Pinta, jóvenes misioneros identes de Yantzaza y Loja respectivamente.
Estos jóvenes que han descubierto su vocación en el carisma idente, han decidido dar un paso decisivo en la entrega total de sus vidas. Siendo un gran testimonio entre los jóvenes con los que comparten su día a día.
Esta preciosa ceremonia fue presidida por nuestro presidente, p.Luis Casasús, quien en la homilía nos recordó que cada llamada a vivir la santidad es diferente, es siempre algo nuevo, pero requiere que acojamos esa
llamada y demos la respuesta: “aquí estoy para hacer tu voluntad”. Esta es la clave de la perseverancia.
Todo consagrado debe recordar que somos discípulos, y como misioneros identes, se nos ha llamado a una misión concreta: cuidar de los más jóvenes y de las personas que tienen una actividad intelectual, desde un estudiante de primer año, hasta un premio nobel. Todas esas personas están con hambre y sed de que alguien les dé un testimonio, de que Cristo está con ellos. Si nos ocupamos de todas las personas que tienen hambre y sed, Cristo cuidará de nuestra vida espiritual, no nos aburriremos, ni el cansancio hará que abandonemos nuestra misión. Esto es ser misionero, creer y vivir en las bienaventuranzas, creer que todas las personas tienen hambre y sed de Dios.
La persona que hace los votos no se hace más fuerte, se hace más débil, porque algo grande está pasando en su corazón, y eso el diablo aprovecha y ataca, pero no están solos, María es la encargada de proteger nuestra vocación, tal como lo hizo con Jesús.
Luego de la celebración eucarística, se realizó un brindis con familiares y amigos. Muchos de los presentes, especialmente jóvenes, estaban emocionados por la ceremonia de votos y por el testimonio de Karla y Luis Daniel.
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Testimonio de Karla Esparza:
«El encuentro con Dios ha supuesto en mi vida un camino de constante renovación y crecimiento, alumbrado siempre por su presencia y la inquietante impresión de que Él mismo me ha llamado a permanecer en su amor para siempre; aun temiendo ser indigna, mi deseo es decirle siempre “sí”. El “sí” que hoy le contesto tiene una larga historia detrás y una lista de personas muy importantes en mi vida que me han permitido ver la pureza, la alegría, la verdad, la entrega, el cuidado y otras características de Dios.
Queridos papitos y hermanitos, la calidez del hogar, sus cuidados, ternura, paciencia, y amor fueron la primera muestra de que el amor es inagotable e ilimitado. Gracias por acompañarme y no solo aceptar mi vocación, sino también cuidarla, su apoyo me da fortaleza y mucha paz. (abuelitos, tíos y primos) estoy segura de que han orado mucho por mi y les agradezco por darme tanta alegría y tanto de que aprender. Guardo en mi corazón las enseñanzas que han compartido conmigo.
Hermanitas, gracias por ser un ejemplo y por la labor apostólica que realizan, sin ese esfuerzo no hubiera conocido el instituto y estaría perdiéndome de todo lo que ahora disfruto. A todos los que me ayudan a crecer día a día, gracias por ser parte de este momento. Las palabras se quedan muy cortas para compartir tantas emociones.
Como a muchos, Dios me regaló una vocación y confío en que por el amor que me tiene nunca me soltará, que, a pesar de mis miedos y limitaciones, juntos cumpliremos el anhelo que Él mismo sembró en mi corazón.»
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Luis Daniel Pinta
Es imposible no emocionarse viendo a tanta gente que nos ama, pero permítanme expresar algo desde mi corazón, por alguna razón mi Padre celestial me guió a este camino, por alguna razón me dió a los padres que he tenido, a los abuelos que me han cuidado, a mi hermana que me ha acompañado, a mis hermanas y hermanos de comunidad que son mi soporte cada día, por alguna razón me dió la facultad para ver en cada persona una luz especial, ver que cada ser humano es un faro de luz que conduce a los demás a la santidad.
Les agradezco a todos por ser parte de mi vida, por haberme fortalecido, cuidado, regañado de vez en cuando, espero que mi Padre Celestial me de toda la fuerza suficiente para retribuir el amor que ustedes me han dado, no hay razón sin corazón, si nuestras acciones no son hechas con el amor de Cristo de nada serviría, pero ya que todos están aquí estoy seguro que mi Padre les ha dado amor suficiente como para entregarlo a todo el mundo. Él rescató y salvó mi vida, permítanme que sea yo quien los guíe, los ayude con el servicio de la mía.