Por el P. Luis Casasús, Superior General de los Misioneros Identes
Comentario del P. Luis Casasús al Evangelio del 7-5-2017, Cuarto Domingo de Pascua (Hechos de los Apóstoles 2:14.36-41; 1 Pedro 2:20-25; Juan 10:1-10)
Una muy sencilla. La Religión es, cuando se entiende bien, espiritualidad en comunidad. Por tanto, no sorprende que en estos tiempos de individualismo muchas personas digan: Yo no soy religioso, pero soy una persona espiritual. La traducción de esa frase es: “No tengo nada que aprender de nadie”. Se trata de personas muy individualistas o, incluso peor, que han sido heridas por los miembros de alguna iglesia: son víctimas de un escándalo (a veces del escándalo de nuestra mediocridad). Más aún, algunos católicos sostienen que confiesan sus pecados directamente a Dios: no necesitan ningún mediador humano.
Hoy celebramos el Domingo del Buen Pastor, que es también el Domingo Mundial de las Vocaciones. Es también una imagen que nos muestra que pertenecemos a un rebaño y que estamos llamados a vivir en comunidad. Algunas veces tendemos a sustituir la relación por el trabajo o la actividad, para encontrar nuestra seguridad material o personal, sea en términos de comodidad o para hallar sentido a nuestra existencia. Por ejemplo, algunos padres trabajan duramente para llevar dinero a casa, pero no tienen una relación verdadera con la familia y los hijos. Análogamente, algunas personas religiosas contemplan su celibato como una ocasión para tener más tiempo para trabajar, en vez de verlo como una gracia para amar a todos por igual.
De modo que hoy tenemos ocasión de recuperar nuestro sentido de comunidad, pero sobre todo nuestra relación con las personas divinas. Sin esta relación consciente, la vida nos resulta vacía, desencaminada por el mundo, en vez de ser guiada por la sabiduría divina. Recuperemos lo que es prioritario y las cosas auténticas que debemos buscar en nuestra vida cotidiana.
A nuestro orgullo no le gusta la metáfora de la oveja: ¿Soy una oveja? ¿Eso significa que no puedo ir a mi aire? Pero Cristo considera la metáfora de la oveja muy apropiada para describir al ser humano. Sí, oveja, necesitas un pastor. En agudo contraste con esta visión egocéntrica de nuestra naturaleza espiritual y religiosa, Jesús deja claro que Él es la Puerta a la vida eterna. Él es Camino, Verdad y Vida. Las ovejas van errantes cuando se las deja solas, necesitan pasto, pero han de ser llevadas a él y están en peligro de ser atacadas por los depredadores; necesitan protección.
Nuestro Padre Fundador nos enseñó a escuchar las tres voces de las personas divinas. El Padre deja en nosotros la marca de su confianza, haciéndonos sus herederos y co-herederos con Cristo. Ahora bien ¿Cuál es la voz de Jesús, el que se autoproclamó pastor? En resumen, nos dice: Fíjate cómo respondo a la voz del Espíritu.
Cristo permitió que el Padre afirmara su identidad. Antes de enfrentarse al maligno en el desierto y antes de obrar un milagro, fue afirmado por el Padre: Este es mi Hijo querido, en el que me complazco. Una persona demuestra verdadera humanidad cuando permite a la Palabra de Dios y al Espíritu de Dios afirmar su identidad como hijo, como hija. De esta forma, recibe la luz y la fuerza necesarias: desde el Huerto de Getsemaní hasta el momento de entregar su espíritu, Jesús no se centró en su propia agonía, sino en lo que sucedería si cumplía el plan del Padre.
Tenemos la misma experiencia, aunque quizás una mala memoria espiritual. Olvidamos que Dios nunca apagó la llama de nuestra fe; más bien, estamos aquí hoy porque el Espíritu Santo responde cuidadosamente a los pequeños esfuerzos hechos con fe, haciendo algo inesperado. Lo inesperado sucede cuando de forma consciente, continua y perseverante intentamos imitar el estilo de Cristo. Estos dones inesperados son formas nuevas y vigorosas de nuestras limitadas fe, esperanza y caridad. En el examen semanal, llamamos a esto unión transfigurativa, un vínculo nuevo entre Dios y yo, una buena razón para estar agradecidos.
Recordemos tres ejemplos:
Primero: Hace algunos días celebramos la fiesta de San Esteban; imitó a Cristo tan fielmente que compartió su Pasión y Muerte a la perfección. Incluso el modo en que murió fue semejante al de Cristo, pues Jesús dijo algo muy parecido a lo que Estaban exclamó cuando miró al cielo y vio la gloria de Dios y a Cristo a la derecha del Padre: “Veo los cielos abiertos y al Hijo de Hombre a la derecha del Padre”. Finalmente, como Cristo, suplicó el perdón para sus enemigos.
Con su vida y con su muerte, logró que Pablo, que fue testigo de su martirio, cambiase radicalmente y reflexionase sobre el momento de la muerte de Esteban: Los testigos se quitaron los mantos, confiándolos a un joven llamado Saulo. Eso preparó el camino para su conversión, cuando el Señor se le apareció en Damasco. Una sorpresa notable para Esteban, para Pablo y para todos.
Segundo: En su primera homilía como Papa, Benedicto XVI dijo:
La llamada de Pedro a ser un pastor…sucedió después del relato de la pesca milagrosa.. Allí también, los discípulos no habían pescado nada en toda la noche; allí también, Cristo invitó a Simón una vez más a remar mar adentro. Y Simón, que todavía no se llamaba Pedro, dio la maravillosa respuesta: “Maestro, sólo por tu palabra, echaré las redes”. Y entonces recibió la misión: “No tengas miedo, en adelante serás pescador de hombres”.
Remar mar adentro, otra hermosa forma de ilustrar lo que es el éxtasis.
Tercero: San Martín de Tours. Un día, en un duro invierno con fuertes heladas, cuando muchos morían de frío, Martín iba marchando con otros soldados y se encontró con un pobre hombre, medio desnudo, temblando de frío y suplicando alguna limosna a los que pasaban. Martín, viendo que los que iban delante no se fijaban en el pobre mendigo, creyó que le estaba reservado a él. Por haber ayudado a otros, no le quedaba nada sino sus armas y sus ropas. Sacó su espada, cortó su manto por la mitad y le dio una al mendigo, abrigándose él en la otra. Algunos de los testigos rieron por el aspecto que tenía, mientras otros se avergonzaron por no haber ayudado al pobre hombre.
La noche siguiente, Martín vio en sus sueños a Cristo, vestido con la mitad del manto que había dado y fijándose bien, se preguntó cómo Jesús llegó a saber de ello. Entonces escuchó a Cristo decir: Martín, que es aún un catecúmeno, me vistió con esta ropa. Esta visión inspiró al santo con nuevo ardor y le impulsó a recibir el bautismo enseguida, lo que hizo a sus dieciocho años.
En nuestro diálogo con Cristo y el Espíritu Santo, hay lugar para los sueños, los sucesos sencillos, los encuentros con diferentes personas, las emociones y los deseos más profundos de nuestro corazón.
Una palabra sobre lo que es ser Pastor
En Palestina, el pastor llevaba las ovejas al redil cada noche. Era una pared circular con una apertura o puerta por donde entraban las ovejas. Una vez que estaban dentro, el pastor dormía en esa apertura o puerta toda la noche. Las ovejas no podían salir sin pasar sobre el pastor, por lo cual se quedaban dentro toda la noche. Cristo es la puerta; todo el que entra a través de Él está seguro, y podrá seguirle afuera para encontrar pasto. Otros roban y matan, pero Jesús es el Buen Pastor.
Esta imagen del pastor contrasta completamente con la imagen tradicional del gobernante secular, y especialmente el que es egoísta. El gobernante vivía en un palacio; el pastor dormía en la puerta del redil. El gobernante estaba protegido del sufrimiento y la pobreza; el pastor tenía que soportar los elementos y la intemperie. El gobernante estaba protegido del contacto cotidiano con su pueblo; el pastor tenía la misión de guiar sus animales díscolos cada instante. Un pastor de esos días no caminaba tras el rebaño, golpeando con una vara para que se moviese. Caminaba delante, buscando un camino seguro para hallar alimento, aguay refugio. Las ovejas le seguían, porque reconocían su voz y confiaban en él. Jesús nos dice que es esa clase de Buen Pastor. Él guía y nosotros le seguimos.
¿Estamos listos para guiar así a las almas que Cristo nos confía?
El Evangelio nos da los principios para dirigir nuestras vidas, pero no instrucciones detalladas para todas las situaciones. Por tanto, todo lo que hacemos o decimos hemos de consultarlo a Cristo y buscar su consejo en nuestra toma de decisiones. Por eso es importante que continuemos reflexionando y discerniendo sobe cómo aplicar el evangelio a los nuevos retos de cada día.
Los judíos preguntaron a Pedro y a los apóstoles: ¿Hermanos, qué hemos de hacer? y Pedro respondió: Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo. Encontró una respuesta en la persona, la vida y la enseñanza de Cristo. No dejó nunca de considerarlo su Pastor.
Así que la pregunta es: ¿Escuchamos claramente a Cristo? ¿Tenemos suficiente intimidad con Él como para reconocer su voz en medio de nuestras actividades?
No nos desanimemos; somos discípulos y podemos seguir aprendiendo cada día. El Recogimiento y la Quietud son nuestros campos de batalla esenciales y primordiales para ello.