El día 11 de octubre, víspera de nuestra Señora del Pilar, se celebró en Madrid una cena solidaria en favor de las misiones identes, en la que se reunieron cerca de sesenta personas. Además de cenar se convirtió cada mesa del restaurante en un lugar de encuentro en medio de un ambiente familiar y que sirvió para estrechar lazos.
Lourdes Real, misionera idente española, dio su testimonio de la misión que realiza en Yaoundé (Camerún). Entre otras cosas expuso la necesidad de construir una nueva parroquia universitaria que albergue a los miles de estudiantes que se atienden allí. Habló también del centro de costura y alfabetización que atienden las misioneras, de las Parroquias de Santa María y de Soa, del centro juvenil, la atención en Cáritas, y de la Juventud Idente con cientos de niños y jóvenes…. Gracias a Lourdes no solo los asistentes conocieron de primera mano la misión de Camerún sino que les sensibilizó de las necesidades existentes y de la urgencia de ayuda.
Los mensajes de whatsapp que se sucedieron después de la experiencia de esta cena solidaria hablan por sí mismos: “he estado en la mejor mesa”, ¡“existe un antes y un después de las preguntas que me había hecho!, “me ha encantado estar con vosotros”.. ¡hay que repetirlo!
Lo cierto es que cada instante es una ocasión para dar razón de la vocación recibida como misioneros identes. La elegancia de Cristo fue quedarse con nosotros para siempre en una Cena; de nuevo esta presencia se ha sentido en esta cena solidaria. Ciertamente acompañados por la bendición de la Virgen del Pilar, que, como siempre, está atenta a lo que pueda faltar y pide a su Hijo convertir el agua en vino dándonos la alegría de estar juntos.
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- Otro momento de la exposición de la misión de Yaoundé
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- Imagen de los asistentes a la cena solidaria
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- Juana Sánchez-Gey, Procuradora General de las misioneras identes, abriendo el acto
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- Lourdes Real exponiendo su experiencia misionera en Yaoundé, Camerún
!["El mundo puede cambiar desde el corazón"
(Papa Francisco, Encíclica Dilexit Nos)
"El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social.
Tomar en serio el corazón tiene consecuencias sociales. Como enseña el Concilio Vaticano II, «tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que todos juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore». Porque «los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano». [21] Ante los dramas del mundo, el Concilio invita a volver al corazón, explicando que el ser humano «por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones (cf. 1 S 16,7; Jr 17,10), y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino».
Esto no significa confiar excesivamente en nosotros mismos. Tengamos cuidado: advirtamos que nuestro corazón no es autosuficiente; es frágil y está herido. Tiene una dignidad ontológica, pero al mismo tiempo debe buscar una vida más digna. Dice también el Concilio Vaticano II que «el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad», aunque para vivir conforme a esa dignidad no nos basta conocer el Evangelio ni cumplir mecánicamente lo que nos manda. Necesitamos el auxilio del amor divino. Acudamos al Corazón de Cristo, ese centro de su ser, que es un horno ardiente de amor divino y humano y es la mayor plenitud que puede alcanzar lo humano. Allí, en ese Corazón es donde nos reconocemos finalmente a nosotros mismos y aprendemos a amar."](https://www.idente.org/wp-content/plugins/instagram-feed/img/placeholder.png)
