Un grupo de jóvenes de entre 17 y 23 años de la Juventud Idente del norte de Italia se reunió en nuestro monasterio Santa Maria degli Angeli, en Busseto, del 21 al 23 de agosto. Los días transcurrieron entre reflexiones, actividades, juegos, peregrinaciones por el campo de Parma y testimonios. El objetivo del encuentro era añadir una etapa importante a su camino de formación humana y espiritual, para alimentar el sueño que llevan dentro y que les llevará a hacerse cargo de los más pequeños durante los próximos campamentos de verano de la Juventud Idente italiana.
Durante su estancia fuimos testigos de algo que no es fácil de ver en un grupo de jóvenes de esa edad: los chicos trataban de sembrar belleza con las palabras que utilizaban, dejaban de jugar al fútbol para ayudar a ordenar la cocina, bromeaban entre ellos sin destacar los defectos de los demás, dejaban “sus cosas”, y en una ocasión uno de ellos incluso estuvo más de una hora liberando un peligroso insecto, haciendo todo lo posible por no matarlo.
Cuando un adolescente empieza a soñar, no lo hace de cualquier manera. Sueña a lo grande: lo más alto y bello que se pueda concebir. Sueña mucho y llega hasta el final. Y es en ese momento cuando el cielo se inclina y besa ese sueño. Estos jóvenes han optado por creer en el valor y la fecundidad que supone el trabajo sobre uno mismo, que nunca terminará, para ofrecer lo mejor de sí mismos a las personas que les rodean.
Esta experiencia fue un signo visible de que cuando el hombre se pone en tensión con todas sus fuerzas y fragilidades para lograr el mayor bien, Dios completa la obra y transfigura el trabajo en paz.