Dal 17 al 28 agosto 2017, presso il monastero di San Benno a Bad Lauterberg (Germania), si è svolto il corso di formazione per missionarie e missionari identes. Ottanta missionari, provenienti dai 19 paesi nei quali è presente l’Istituto Id, hanno vissuto intense giornate di studio e formazione sui temi fondamentali del carisma idente: la formazione dei celibi, degli sposati, dei sacerdoti; le sfide dell’apostolato nel mondo attuale e l’educazione dell’affettività. Le tematiche sono state approfondite e analizzate non solo attraverso conferenze e relazioni, ma anche in gruppi di lavoro, con l’obiettivo di riflettere e condividere la loro messa in pratica nei diversi contesti.
La preghiera, momenti di orazione personale e comunitaria, la celebrazione eucaristica hanno accompagnato e segnato il corso di formazione e di studio in un clima familiare, fraterno, affettuoso, secondo lo spirito auspicato sempre dal fondatore dell’istituto, Fernando Rielo.
Formazione significa conversione, ha ricordato a tutti i missionari p. Jesús Fernández, presidente del Istituto Id, nella messa di inaugurazione del corso. Ogni corso, ha sottolineato più volte, ha senso solo se vissuto in vista di una nuova personale conversione, la quale consiste fondamentalmente nello sguardo non verso se stessi, ma verso il Padre e nel vivere intensamente i tre pilastri della vita spirituale: orazione, Eucarestia e Vangelo.
!["El mundo puede cambiar desde el corazón"
(Papa Francisco, Encíclica Dilexit Nos)
"El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social.
Tomar en serio el corazón tiene consecuencias sociales. Como enseña el Concilio Vaticano II, «tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que todos juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore». Porque «los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano». [21] Ante los dramas del mundo, el Concilio invita a volver al corazón, explicando que el ser humano «por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones (cf. 1 S 16,7; Jr 17,10), y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino».
Esto no significa confiar excesivamente en nosotros mismos. Tengamos cuidado: advirtamos que nuestro corazón no es autosuficiente; es frágil y está herido. Tiene una dignidad ontológica, pero al mismo tiempo debe buscar una vida más digna. Dice también el Concilio Vaticano II que «el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad», aunque para vivir conforme a esa dignidad no nos basta conocer el Evangelio ni cumplir mecánicamente lo que nos manda. Necesitamos el auxilio del amor divino. Acudamos al Corazón de Cristo, ese centro de su ser, que es un horno ardiente de amor divino y humano y es la mayor plenitud que puede alcanzar lo humano. Allí, en ese Corazón es donde nos reconocemos finalmente a nosotros mismos y aprendemos a amar."](https://www.idente.org/wp-content/plugins/instagram-feed/img/placeholder.png)
