La comunidad de Santo Domingo, Ecuador, vivió una celebración de la Epifanía llena de alegría, fe y unidad. Guiados por la simbólica estrella de Belén, nos dejamos envolver por el asombro y la esperanza que nos transmitieron los Reyes Magos con su llegada.
Los más pequeños fueron los protagonistas de este encuentro. Su emoción al contemplar a la Sagrada Familia y a sus Majestades era contagiosa, iluminando los corazones de todos los presentes. Pero lo más conmovedor fueron sus cartas, donde no solo expresaron deseos personales, sino también profundas plegarias: unidad en las familias, salud para sus seres queridos y consuelo para quienes atraviesan momentos difíciles.
Cada mensaje de los niños reflejó el verdadero espíritu de la Epifanía: una renovación de la fe, la esperanza y la solidaridad en nuestras comunidades. No fueron simplemente palabras escritas en un papel, sino un recordatorio del poder de la oración y del amor compartido.
La llegada de los Reyes Magos trajo consigo más que regalos materiales: dejó un mensaje profundo en cada uno de nosotros. Nos invitaron a vivir con alegría, ilusión y compromiso hacia los demás, siguiendo la luz de la estrella que nos guía a Cristo.
Así concluyó esta hermosa celebración en Santo Domingo, con la certeza de que la fe sigue transformando vidas y uniendo corazones más allá de las distancias y diferencias. Como nos enseñan los Magos de Oriente, el camino de la búsqueda siempre nos lleva a un encuentro: el del amor de Dios manifestado en nuestra comunidad.