EL día 18 de junio en la parroquia de la Sagrada Familia de La Paz (Bolivia) muchos familiares y amigos de Akemi Ponce Sakuray, se llenaron de inmensa alegría al ser testigos de una ofrenda de vida: Akemi dio un “¡Sí!” incondicional a Cristo. Ingresó a la vida común en la residencia de las misioneras Identes en La Paz.
Al acto asistieron aproximadamente unas 300 personas, entre familiares y amistades que durante muchos años ha cultivado Akemi; todos manifestaron un gran aprecio porque veían en ella a alguien con un deseo auténtico de santidad.
El sacerdote celebrante, p. Gregorio Cabrera, misionero Idente, habló de la llamada universal a la santidad, refiriéndose a la inmensa alegría y a la bendición que conlleva este acto de entrega a Dios. Luego la delegada de la Paz, María T. Otón Parés, que conocía muy bien a Akemi, le dirigió unas hermosas palabras en la que resaltaba su fortaleza ante las pruebas y su amor incondicional a Cristo; recordándole que nuestro Padre Celestial ha besado su corazón desde toda la eternidad y que todos los presentes le acompañaremos con nuestra oración durante este peregrinar hacia el cielo.
Un momento muy emotivo fueron las palabras que le dirigió la señora Esther Sakuray, madre de Akemi. Fue un grandísimo signo de generosidad al entregarle su hija a la Santísima Trinidad. Finalmente, Akemi dio su testimonio llamando a todos a “dejarnos amar, dejarnos elegir por Él… Sin miedo porque no estamos solos. No tengamos miedo de amar y, sobre todo, de ser amados. Busquemos la perfección del amor, que solo en Él la alcanzaremos.”